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Mi bellísimo libro, suelo odiar las portadas de libros basadas en su versión película, pero ésta, ésta es hermosa. |
Hace poco más de un mes, fue mi cumpleaños y a pesar de que
esperaba muchos libros de regalo, a mis manos sólo llegó uno: Memorias de una
Geisha, de Arthur Golden.
No puedo decir lo agradecida que estoy con mi novio por ese obsequio.
Pues había visto la película (me gustaba) pero no había leído nunca este
maravilloso libro de 660 páginas. Que debo admitir, se me hicieron pocas. Puede
deberse a un poco que me acompañó en uno de esos días que me la pasé en cama,
enferma, sin ir a la universidad. O podría ser porque es un buen libro, de los
buenos.
La historia, según la contraportada del libro, es la
siguiente:
Poco antes de su
muerte, Sayuri, una anciana japonesa afincada en Nueva York, cuenta la historia
de su vida a un joven amigo americano. El poder de la seducción de la voz narrativa
de esta geisha legendaria transporta al lector a un Japón de entreguerras,
lleno todavía de ecos feudales, y a una de las tradiciones japonesas que más
curiosidad inspiran en el mundo occidental: la de la geisha, una peculiar
práctica cultural a la que están ligadas artes tales como la seducción, la
danza, la pintura o la clásica ceremonia del té.
La verdad no nos dice mucho, pero estoy segura que han visto
la película o escuchado al menos de ella, así que en mis palabras les diré un
poco de que trata y de porqué terminé tan enamorada de esta obra.
Comencé a leer esperanzada de que mi cabeza se llenara de
las miles de imágenes bellísimas que había podido ver en la película y, la
verdad, fue así desde el primer momento. Chiyo, o Sayuri como será conocida
después, es aún una niña cuando es vendida a una okiya (casa de Geishas)
separada de su madre moribunda, su padre y su hermana. No pasa nada si les digo
que ella se convierte en una de las geishas más grandes de todo Japón, pero eso
no es lo importante, la historia no es sobre cómo llegó a ser una geisha, sino
el porqué.
Esta es una historia de amor, y está exquisitamente narrada
para que la mente vuele y sufra y espere un final feliz. Porque si hay algo que
me encantó es la forma en la que está narrada, cada frase, cada movimiento que
hacía Sayuri me parecían de lo más naturales y necesarios.
Y es por eso que cuando aún siendo una niña, triste y sola
en el mundo, conoce a un hombre rico que acompañado de geishas es la única
persona que ha sido capaz de dedicarle unas palabras de aliento, se decide a
ser una mujer que sea digna de estar a su lado. Y sabe que la única manera de
serlo es convertirse en una geisha. A partir de entonces hace todo lo que sea
necesario para estar algún día con él, pues nunca deja de pensarlo y sentirlo
presente, con ese gesto tan pequeño que le dio una razón para seguir viviendo.
Cuando llegué a este punto de la historia me di cuenta de
que me sentía muy identificada con Chiyo y comencé a preocuparme por ella. Deseosa
esperé que alcanzara su objetivo, aunque las cosas se complicaran más cuando
conoce a Nobu, amigo y compañero de El
Presidente, que se siente atraído completamente por ella y cuyos afectos
hacen que lo suyo con el hombre que ha amado desde su niñez se vuelva aún más
imposible.
No quiero decirles más de la historia, simplemente quiero
que vayan, agarren el libro y comiencen a leer. Es que está tan bien hecho que
cuando llegué al final de la historia no era capaz de imaginarme que toda ella
fuera ficticia, pues era tan real, tan detallada, tan íntima, que esperaba por
completo que fuera una historia real. Pero no lo es y de cierto modo eso le dio
más magia.
No dudo en decir que se convirtió en uno de mis libros
favoritos.
Si tienen la oportunidad léanlo. Es bellísimo. Hizo a mi
corazón doler en los momentos de desesperación y tristeza, pero también me hizo
querer llorar cuando entendí qué tan grande puede ser el amor, si eso no lo
hace un buen libro ¿qué lo hará?
Les dejo el primer párrafo, para que comprendan un poco
porqué me cautivo la narración:
Imagínate que tú y
yo estuviéramos sentados en una apacible estancia con vistas a un jardín,
tomando té y charlando sobre unas cosas que pasaron hace mucho, mucho tiempo, y
yo te dijera «el día que conocí a fulano de tal... fue el mejor día de mi vida
y también el peor». Supongo que dejarías la taza sobre la mesa y dirías: « ¿En
qué quedamos? ¿Fue el mejor o el peor?». Tratándose de otra situación, me
habría reído de mis palabras y te habría dado la razón. Pero la verdad es que
el día que conocí al señor Tanaka Ichiro fue de verdad el mejor y el peor día
de mi vida. Me fascinó, incluso el olor a pescado de sus manos me pareció un perfume.
De no haberlo conocido, nunca hubiera sido geisha.
Besos. Acabo
de decidir que actualizaré los miércoles, por cierto, mi próxima entrada será
súper especial, no lo duden.
Adoro esta película, me gustaría leer el libro pronto, porque me han dicho que es precioso.
ResponderEliminarEstaré al pendiente de esa entrada, besos.
No vi la película ni leí el libro. Cuando me niego a algo me pongo caprichosa.
ResponderEliminarBesos.